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12 octubre, 2014 a las 2:15 pm #1751
Sergio López
MiembroBuenas compas, hace unos días que llevo con ésto en la cabeza y ahora que ya terminé el bajo puedo plantear el tema como es debido.
Tradicionalmente la luthería es un oficio en el que su riqueza procede precisamente de su artesanía, la precisión en la destreza manual y también en gran medida del encanto que añade que un instrumento sea único en el mundo. Es justo el encanto que otorga salirse de la producción en serie.
No he querido emplear el término «industrial» en el título porque no hablamos de la producción industrial como tal, hablamos de algo distinto.
¿Dónde está entonces la diferencia entre por ejemplo lo que yo hago con mi CNC a un modelo industrial que se encuentra en cualquier tienda?
Ambos son modelos digitales CAD, seguramente producidos por máquinas ce control numérico que llevan dichos modelos a la realidad, así a grandes rasgos, centrándonos sólo en el mueble de un instrumento.
La diferencia radica, bajo mi punto de vista en que «industrializar» significa optimizar para acortar al máximo tiempo y coste de producción, con el fin de hacer viable una producción continuada de «clones». Ello obliga a tiradas de gran volumen porque sólo con producciones amplias se pueden asumir costes fijos más elevados, como la optimización de la producción, las cadenas de montaje…
Por ello, no creo que mis proyectos sean industriales, porque por ejemplo, cuando preparo el código para mecanizar un cuerpo, no optimizo todas y cada una de las pasadas para ahorrar hasta el último segundo (lo cual sería tiempo correctamente invertido si fuera a fabricar tiradas de 10.000 piezas, no con la idea de fabricar una sola pieza) Sino que preparo modelos CAD adaptados a cada caso, con idea de que sean únicos, y lo que sí tengo optimizado es un método de fabricación más genérico que me sirva para cualquiera de estos casos. Tardo más en producir, menos en diseñar.
Y debo decir, que la construcción puramente artesanal de un instrumento me despierta fascinación, yo sólo he seguido el método artesanal en la cigarbox, y aunque contento, cualquier cosa mayor me resultan palabras mayores.
Además, otra serie de procesos que van desde el pegado de maderas, el lijado de las mismas, acabado de piezas, montaje, pintura y pulido, sigue siendo puramente artesanal (hablo en mi caso).
Mi percepción es que me encuentro entre los dos mundos. Al fin y al cabo estamos en el siglo 21, la tecnología es apabullante y la artesanía pura es cada vez más escasa. Hasta las pequeñas irregularidades e imperfecciones mínimas fruto del trabajo manual podrían entenderse como un valor añadido del instrumento, como prueba de la construcción manual. En el otro extremo encontraríamos la precisión matemática y la perfección dimensional que ofrece la máquina, sin que por ello tengamos que tragar con un instrumento tipo «uno entre un millón».
Para gustos, colores. Y lo que en definitiva me gustaría es simplemente conocer vuestra opinión. ¿Manos o máquinas? ¿y dentro de máquinas, qué opináis con la diferenciación que os expongo?
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