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12 junio, 2013 a las 4:26 pm #1304
Super User
MiembroCOMPITIENDO CON LA HISTORIA:
El otro dia vi un documental (en catalán) que se llamaba «complejo de stradivari» en el que se relataba la forma de ver la profesión de uno de los luthiers mas reconocidos de España, José bagué (creo que asi se escribe). En el documental salen, entre otros, su maestro de Cremona y en un momento de la entrevista dice que los muchos artesanos actuales han superado con creces la perfección técnica del instrumento, que ocurre que los músicos dejan pasar defectos a los luthiers antiguos que no permitirían a un luthier contemporáneo, que cualquier instrumento actual compite objetivamente con cualquier instrumento de tres silos atrás, pero que no pueden competir con unas circunstancias y un momento histórico.
Mi maestro se quejaba entre bromas y «con la boca pequeña» de que esta era la única profesión donde tu competencia estaba muerta y sin negar la maestría de los grandes, tambien argumentaba que el snobismo llevaba a los músicos a comprar mierda a precio de oro.
Yo hablo siempre del «canon stradivari» que en mi opinión es lo que debería ser la figura histórica. Una regla fija, un patrón comparativo; sin embargo es la competencia, lo inalcanzable y ni siquiera sirve como referencia pues nadie se plantea una comparativa viable. Si la gente conociese cómo llegan a ser famosa la obra de Antonio Stradivari (al que hay que reconocer al margen como uno de los mejores artesanos que parió la historia) quizás se diera cuenta de que además de saber que estamos hablando de un buen producto, el fenómeno podría ser estudiado en las escuelas de Marketting y mercadotecnia.
Ahora, tanto comercialmente como a niveles de reconocimiento, el canon stradivari podría ser considerado la peor cosa que le pasó a la profesión… pues gente que jamás tuvo uno en sus manos y dudo que ni siquiera haya hecho alguna vez una escucha atenta de ningún violín histórico, ni analizó jamás una prueba en blanco de un violín recién construido, prestando atención a matices, texturas, armónicos, respuesta, proyección, ataque y mil parámetros de la envolvente; es incapaz de platearse a priori que ese instrumento que le venden por 2600 euros pudiese sonar dentro de unos parámetros de calidad muy similares a los de violines por los que pagaría millones de euros. Sin duda, el secreto de stradivari no habría que buscarlo en oscuras alquimias ocultas, ni en complicadas técnicas de elección de maderas, ni en métodos constructivos revolucionarios, sino en el buen hacer del artesano y en el trabajo posterior de especuladores como el milanés Luigi Tarisio, restaurador de instrumentos que se supone que fue el primero que exportó un stradivarius y les dio el valor económico que germinó en la situación actual.
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